La aspiración de humo de segunda mano del tabaco (fumadores pasivos) causa daño en los pulmones de los niños.
Los niños asmáticos que viven en un hogar donde hay alguien que fuma tienen más problemas respiratorios, tienen que tomar más medicamentos y realizan más visitas a la sala de emergencia que los niños que viven en hogares donde no se fuma. Los niños que viven en un hogar donde hay un fumador tienen además menos probabilidad de curarse del asma cuando crecen.
El humo del tabaco irrita las vías respiratorias de varias maneras. El humo se compone de productos químicos y trozos muy pequeños de cenizas que quedan suspendidas en el aire mucho tiempo después de haberse ya apagado el cigarro, la pipa o el puro. Cuando un niño asmático aspira estos productos químicos y las cenizas suspendidas en el aire, sus vías respiratorias se irritan. Esto hace que los músculos que rodean las vías respiratorias se compriman, dificultando su respiración.
Los niños forzados a aspirar humo de segunda mano frecuentemente tienen tos, sibilancia y una sensación de opresión en el pecho. El olor a humo en la ropa, los muebles y el carro puede desencadenar un ataque de asma aguda en un niño con vías respiratorias sensibles. La aspiración de humo de segunda mano puede afectar los pulmones de un niño para el resto de su vida.
En un hogar donde vive un niño asmático nadie debe fumar, aun cuando el niño no esté presente. No permita que se fume en un carro donde también viajan los niños.
La American Lung Association da los siguientes consejos: