Un niño con fobia hacia la escuela es un niño que se queda en la casa en vez de asistir a la escuela y que falta muchos días a la escuela a causa de síntomas físicos indefinidos. Los síntomas generalmente son del tipo que las personas tienen cuando están molestas o preocupadas, tales como dolor de estómago, dolor de cabeza, náusea, vómitos, diarrea, fatiga o mareo. Estos síntomas ocurren principalmente en la mañana, y empeoran cuando es hora de irse a la escuela. Por lo demás, su hijo parece estar sano y vigoroso.
Un niño con fobia escolar generalmente tiene temor de salir de la casa en general, en vez de temer a una cosa en particular de la escuela. Por ejemplo, puede extrañar la casa cuando se queda en casa de un amigo. Excepto por la mala asistencia, estos niños generalmente son buenos estudiantes y con buena conducta en la escuela. Por lo general, los padres son muy meticulosos y proporcionan amor en abundancia a sus hijos, y el niño encuentra difícil separarse de ellos (ansiedad de separación).
A veces, un cambio de escuela, maestro riguroso, las pruebas difíciles, un problema de aprendizaje o un condiscípulo pendenciero y abusador pueden ser considerados como causas del temor que el niño tiene de ir a la escuela. Pero estos factores podrían ser sólo parte del problema, y su hijo debe seguir asistiendo a la escuela mientras se solucionan estos problemas.
Si se hace cumplir la regla de la asistencia diaria a la escuela, el problema de la fobia escolar mejorará en forma notable en una o dos semanas. En cambio, si no le exige a su hijo que asista diariamente a la escuela, los síntomas físicos y el deseo de quedarse en casa se volverán más frecuentes. Cuanto más tiempo pase su hijo en casa, tanto más difícil le resultará volver a la escuela.
La mejor terapia de la fobia escolar es ir diariamente a la escuela. Los temores se superan enfrentándolos cuanto antes. La asistencia diaria a la escuela hará que casi todos los síntomas físicos de su hijo mejoren. Los síntomas se volverán menos intensos y se presentarán con menor frecuencia y, con el tiempo, su hijo volverá a disfrutar de la escuela. Sin embargo, al principio su hijo pondrá a prueba la determinación de la madre de enviarlo a la escuela todos los días. Usted deberá hacer que la asistencia a la escuela sea una regla sin excepciones. Sea optimista con su hijo y asegúrele que se sentirá mejor una vez que llegue a la escuela.
Al principio, las mañanas pueden ser difíciles (sobre todo los lunes). Nunca debe preguntarle a su hijo cómo se siente porque esto lo estimulará a quejarse. Si el niño está suficientemente bien para estar levantado y andar de un lado a otro dentro de la casa, está suficientemente bien para poder ir a la escuela. Si se queja de síntomas físicos, pero son los de siempre, deberá ser enviado a la escuela inmediatamente con mínima discusión. Si usted no está segura acerca de la salud de su hijo, envíelo a la escuela de todos modos. Si los síntomas empeoran, la enfermera de la escuela le informará si hay un problema.
Aunque se le haga tarde, lo mismo debe ir a la escuela. Haga arreglos de antemano para el transporte de su hijo en caso de que pierda el autobús escolar. Si su hijo se va caminando a casa por cuenta propia durante la hora del almuerzo o el recreo, debe hacerlo regresar de inmediato. Algunas veces un niño puede llorar y gritar, negándose absolutamente a ir a la escuela. En ese caso, después de platicar con él sobre sus temores, se le debe llevar. Uno de los padres podría ser mejor que el otro en hacer cumplir esto. En algunas ocasiones, un pariente puede encargarse del asunto durante unos días.
Si su hijo tiene un síntoma nuevo o parece estar muy enfermo, es probable que usted quiera que se quede en casa. Si usted tiene dudas, probablemente su médico puede determinar la causa de la enfermedad del niño. Llame al consutorio de su médico tan pronto como se abra, y pídales de que lo vean esa mañana. Si el síntoma es causado por una enfermedad, puede iniciarse el tratamiento apropiado. Si el síntoma es causado por ansiedad, su hijo deberá volver a la escuela antes del mediodía. La colaboración entre usted y su médico logrará así resolver incluso los problemas más difíciles de fobia escolar.
Probablemente debería hacer que su hijo permanezca en casa cuando tenga algunos de los siguientes síntomas:
En cambio, los niños con dolor de garganta, tos moderada, secreción nasal u otros síntomas de resfriado, pero sin fiebre, pueden ser enviados a la escuela. Los niños no deben permanecer en casa por "parecer enfermos", "tener mal color", "tener ojeras" o "estar fatigados".
En general, las escuelas son muy comprensivas acerca de la fobia escolar, porque este problema es muy común. Si su hijo tiene temores particulares, como hablar delante del resto de la clase, su maestro en general le dará dispensas especiales. Si sus síntomas vuelven a aparecer en la escuela, pídale a la enfermera escolar que permita que su hijo se acueste durante 5 a 15 minutos en su oficina para recuperarse, en vez de enviarlo a la casa. Si el personal escolar no sabe con certeza si su hijo está demasiado enfermo para quedarse en la escuela, trate de obtener una cita con el médico de su hijo el mismo día. Si no tiene una enfermedad significativa, hágalo volver a la escuela.
En algún momento que no sea una mañana de escuela, hable con su hijo sobre sus problemas. Alíentelo a decirle exactamente lo que le molesta. Pregúntele qué es lo peor que podría pasarle en la escuela o en camino a la escuela. Si hay una situación que pueda cambiar, dígale que la hará todo lo posible por cambiarla. Si le preocupa que los síntomas puedan empeorar en la escuela, asegúrele que puede acostarse unos minutos en la oficina de la enfermera según lo necesite. Después de escucharlo atentamente, dígale que entiende sus sentimientos, pero que sigue siendo necesario que asista a la escuela mientras mejora.
Fuera de la escuela, los niños con fobia escolar tienden a preferir estar con sus padres, jugar dentro de casa, estar solos en su cuarto, o ver mucha televisión. Muchos no pueden pasar una noche en casa de un amigo sin desarrollar un sentimiento abrumador de nostalgia. Necesitan estímulo para jugar más con sus compañeros. Esto puede ser difícil para los padres que disfrutan de la compañía del niño, pero a la larga es el mejor curso de acción. Aliente a su hijo para que se asocie a clubes y equipos deportivos (por lo general se prefieren los deportes que no son de contacto físico). Envíe más frecuentemente a su hijo fuera de casa o a las casas de otros niños. Puede invitarles a los amigos de su hijo a salir con su familia o a pasar la noche en su casa. Ayúdele a su hijo a aprender a quedarse a dormir en la casa de algún pariente o amigo. La experiencia en un campamento de verano podría resultarle sumamente beneficiosa.
Llame durante horas de oficina si: